El proyecto “Mejorando la Salud de las Mujeres y las Adolescentes en Situaciones de Vulnerabilidad”, implementado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con el apoyo financiero del Gobierno de Canadá, tiene como objetivo fortalecer los sistemas de salud y empoderar a mujeres y adolescentes que viven en contextos de alta vulnerabilidad, en especial en zonas rurales y amazónicas del Perú, como las regiones de Amazonas y Ucayali. Esta iniciativa se desarrolla en coordinación con la Dirección Regional de Salud de Amazonas (DIRESA) y la Red de Salud Atalaya. El proyecto se enmarca en la Política de Asistencia Internacional Feminista de Canadá, la cual promueve la autonomía económica, política y social de las mujeres, al tiempo que aborda la violencia de género y los desafíos relacionados con la equidad en distintos contextos internacionales. Dicha política contempla seis áreas de acción prioritarias, que han sido transversalizadas en las intervenciones del proyecto: • A1: Igualdad de género y empoderamiento de mujeres y niñas; • A2: Dignidad humana; • A3: Crecimiento al servicio de todos; • A4: Medio ambiente y acción climática; • A5: Gobernanza inclusiva; • A6: Paz y seguridad. La intervención se desarrolla como respuesta a los persistentes desafíos en el acceso equitativo a los servicios de salud sexual y reproductiva, el incremento de los embarazos en adolescentes y las deficiencias en la atención oportuna de emergencias obstétricas, especialmente en comunidades indígenas y dispersas. Estos problemas se ven intensificados por el aislamiento geográfico, la escasa disponibilidad y la alta rotación de personal de salud. Además, la violencia basada en género, y en particular la violencia sexual, representa una grave amenaza para la salud pública en el Perú. Según cifras oficiales, entre 83 y 166 mujeres son asesinadas cada año por razones de género. Solo en 2020, los Centros de Emergencia Mujer (CEM) atendieron 97 926 casos de violencia de género contra mujeres, y entre enero y junio de 2021 se reportaron 10 299 casos de violencia sexual, el 94% de ellos contra mujeres, siendo el 68% niñas y adolescentes menores de 18 años. Según la ENDES 2020, el 54,8% de las mujeres peruanas ha sido víctima de violencia por parte de su pareja o conviviente, destacando una prevalencia del 50,1% en violencia psicológica o verbal, 27,1% en violencia física y 6% en violencia sexual. Las regiones amazónicas presentan tasas particularmente altas de violencia sexual, lo que exige un abordaje integral, territorial y culturalmente pertinente. Las intervenciones se articularon en torno a dos componentes clave: a) Generación de competencias en recursos humanos en salud, mediante la capacitación de profesionales, provisión de insumos y equipos, implementación de herramientas de monitoreo, desarrollo de instrumentos operativos e integración de tecnologías como la telemedicina; b) El empoderamiento comunitario, a través de la participación de parteras tradicionales, lideresas indígenas, agentes comunitarios de salud y comunicadores radiales, integrando sus saberes y prácticas en los procesos de atención en salud como promoción de la salud y entrenamiento comunitario en salud sexual y reproductiva. Las actividades del proyecto en Perú comenzaron formalmente en octubre de 2021, con intervenciones prioritarias en salud materna y neonatal, prevención de la violencia de género y participación comunitaria, adaptadas a las condiciones territoriales específicas de la provincia de Atalaya (Ucayali) y de las Redes Integradas de Salud (RIS) en Chachapoyas y Bagua (Amazonas). Desde el inicio, se adoptó un enfoque intercultural, de género, de derechos humanos y basado en los determinantes sociales de la salud, lo cual ha permitido asegurar la pertinencia territorial e institucional de las acciones. Esto se ha traducido en la adecuación de servicios de salud con enfoque intercultural, lo que a su vez ha contribuido a los procesos de acreditación nacional de establecimientos de salud, en coordinación con el Ministerio de Salud del Perú. Las intervenciones han tenido en cuenta la diversidad cultural del país, que incluye 47 lenguas indígenas y 55 pueblos originarios, entre los cuales destacan los pueblos asháninka, awajún y shipibo, que constituyen una parte importante de la población en las zonas de intervención y han sido beneficiarios directos de las acciones desarrolladas por el proyecto.
1) Contribuir a la mejora de la salud integral de mujeres y adolescentes en situación de vulnerabilidad, con especial énfasis en salud sexual y reproductiva. 2) Fortalecer la capacidad resolutiva de los servicios de salud a través de la adopción de enfoques interculturales, de género y derechos humanos. 3) Contribuir a la capacidad resolutiva de los EESS a través de entrega de insumos y equipos médicos para servicios de salud sexual y reproductiva y bancos de sangre. 4) Promover la participación comunitaria y la apropiación local de las estrategias de salud en sus comunidades. 5) Contar con herramientas técnicas para la generación de competencias y formación continua de los profesionales de salud para el manejo clínico de la violencia sexual y la violencia de pareja, a través de cursos asincrónicos.
La implementación de la iniciativa en Perú se ha desarrollado a través de una planificación territorial adaptada a las particularidades de las regiones de Amazonas y Ucayali, con el acompañamiento técnico constante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y en coordinación estrecha con la DIRESA Amazonas y la Red de Salud Atalaya. Las acciones se han estructurado en torno a dos ejes estratégicos fundamentales: el fortalecimiento del sistema de salud y el empoderamiento comunitario, integrando de forma transversal los enfoques de género, interculturalidad, derechos humanos y equidad. Entre las principales actividades implementadas destacan: • Desarrollo e implementación de una estrategia de telemedicina para la atención prenatal, acompañada de la dotación de equipos médicos y dispositivos digitales; • Fortalecimiento de capacidades del personal de salud en temas como telemedicina, atención prenatal, manejo de emergencias obstétricas, atención con pertinencia cultural y morbilidad materna, beneficiando directamente a gestantes de zonas rurales y de difícil acceso; • Adecuación de establecimientos de salud para ofrecer atención con pertinencia cultural y partos culturalmente seguros en Atalaya; • Implementación de un manual para visitas domiciliarias por parte de agentes comunitarios en salud, con módulos enfocados en promoción de la salud, prevención de violencia de género, embarazo y parto; • Formación de facilitadores comunitarios en salud intercultural y fortalecimiento de capacidades para la prevención de la violencia sexual; • Capacitación de comunicadores locales en la producción de mensajes radiales en idiomas originarios; • Elaboración y difusión de historias de vida que visibilizan el rol de los agentes comunitarios y la importancia de la atención oportuna ante emergencias obstétricas; • Aplicación de una herramienta para el monitoreo de indicadores de calidad y seguridad del paciente en los establecimientos de salud; • Estimación de brechas en recursos humanos en salud con enfoque territorial en las Redes Integradas de Salud (RIS) de Chachapoyas y Atalaya; • Análisis de barreras de acceso a los servicios de salud para mujeres, niños y adolescentes en distritos priorizados; • Elaboración de instrumentos de gestión operativa para mejorar la organización y funcionalidad de las RIS; • Diseño e implementación de módulos de formación y guiones metodológicos para capacitaciones dirigidas tanto a comunidades como a instituciones del sistema de salud.
Durante el período comprendido entre octubre de 2021 y diciembre de 2023, la iniciativa logró avances significativos en las regiones priorizadas, especialmente en Amazonas y Ucayali. Entre los principales resultados destacan: a) Se brindaron atenciones prenatales mediante telemedicina en las redes de salud de Pedro Ruiz, Chachapoyas y Luya (Amazonas), conectando a gestantes con especialistas en alto riesgo obstétrico; b) Se capacitaron profesionales de salud en el uso de tecnologías de telemedicina y en la atención con pertinencia cultural para el manejo de la morbilidad materna extrema y la reducción de la mortalidad materna; c) Más del 50% de los establecimientos de salud en Atalaya fueron adecuadamente acondicionados para ofrecer atención con pertinencia cultural, incluyendo partos culturalmente seguros, mediante la incorporación de insumos y materiales adaptados a las prácticas locales; d) Se formaron facilitadores comunitarios en salud intercultural y se implementaron visitas domiciliarias con enfoque en derechos, salud materna y prevención de la violencia de género; e) Se llevaron a cabo campañas de donación de sangre y se fortalecieron los equipos del banco de sangre en coordinación con el Hospital Regional Virgen de Fátima, lo que permitió incrementar el número de donantes voluntarios y contribuir con las muertes maternas por hemorragia; f) Se ejecutó un piloto de distribución de kits “Mi Agua” para mejorar el acceso a agua segura en comunidades sin servicios básicos en zonas remotas de Atalaya; g) Se desarrolló y aplicó una herramienta digital en Excel para el monitoreo de indicadores de calidad y seguridad del paciente desde los establecimientos de salud (IPRESS); h) Se generaron evidencias técnicas e instrumentos de gestión para fortalecer la capacidad organizativa y operativa de las Redes Integradas de Salud (RIS) en Chachapoyas (Amazonas) y Atalaya (Ucayali), incluyendo estimaciones de brechas de recursos humanos y análisis de barreras de acceso a los servicios; i) Se promovió una optimización del uso de recursos disponibles en los establecimientos de salud, visibilizando servicios críticos sensibles para la ciudadanía; j) Se elaboró una guía para visitas domiciliarias y un manual metodológico para la formación de agentes comunitarios en zonas priorizadas; h) Se adaptó la Guía de Diagnóstico Comunitario Participativo (DCP) para su aplicación en Manantay y Sepahua, facilitando su uso por parte de profesionales de salud y autoridades locales; i) Se desarrollaron y difundieron historias de vida protagonizadas por mujeres y agentes comunitarios de salud, con el objetivo de reconocer el rol de la labor comunitaria y visibilizar el proceso de referencia de emergencias obstétricas, asegurando siempre el consentimiento libre e informado de las participantes.
Social Determinants of Health
Health throughout the Life Course
Health Systems and Services
Telehealth, Digital Transformation
Health Promotion
Equity and Gender in Health
Human Resources in Health
Women’s Health
Adolescent Health/Youth
Los recursos disponibles, humanos, financieros y tecnológicos de la Iniciativa se utilizaron estratégicamente y con eficiencia, priorizando intervenciones de alto impacto con bajo costo. La adopción de herramientas tecnológicas mínimas y equipos médicos portátiles (dopplers, tensiómetros y hemoglobinómetros), permitió aumentar la cobertura de atenciones prenatales en comunidades amazónicas en donde el acceso a especialistas es limitado, evitando traslados prolongados y costosos. Este enfoque demuestra una relación favorable entre inversión y resultados, lo que evidencia su costo-efectividad. Las intervenciones fueron diseñadas para integrarse en servicios de salud existentes, utilizando infraestructura básica y potenciando el recurso humano local, lo que optimizó su eficiencia operativa. Se fortalecieron competencias de profesionales de salud en telemedicina y atención con pertinencia cultural, junto con la formación de facilitadores comunitarios en diagnostico comunitario participativo, fortaleció la capacidad resolutiva territorial sin requerir grandes inversiones adicionales. A su vez, se movilizaron donantes voluntarios y se distribuyeron kits “Mi Agua”, utilizando canales comunitarios de bajo costo y alto impacto social. La combinación de resultados medibles, bajo requerimiento de recursos externos, y aprovechamiento máximo del capital humano y tecnológico disponible, confirma la efectividad técnica y la eficiencia de la estrategia implementada.
La experiencia desarrollada en Perú ha generado herramientas, metodologías y conocimientos prácticos que han sido documentados, compartidos y adaptados a diferentes realidades territoriales. Se adaptó la Guía de Diagnóstico Comunitario Participativo (DCP) para su uso en contextos culturales específicos como Manantay y Sepahua, demostrando flexibilidad metodológica y pertinencia cultural. Asimismo, se desarrolló e implementó el “Manual del Facilitador para agentes comunitarios orientado al primer nivel de atención”, el cual incluye contenidos sobre visitas domiciliarias, salud sexual y reproductiva, y prevención de violencia, facilitando su reproducción en otras comunidades amazónicas. La producción y difusión de historias de vida, construidas con consentimiento informado, permitió visibilizar los impactos comunitarios de la intervención y sensibilizar a otros actores institucionales y locales. Estas historias se utilizaron como herramientas formativas en espacios de capacitación comunitaria. Adicionalmente, los módulos radiales en lenguas originarias, los materiales educativos fueron compartidos entre regiones beneficiarias y son fácilmente adaptables a otros territorios con características similares. El acompañamiento técnico de la OPS y la coordinación con la DIRESA han facilitado la transferencia de conocimientos entre regiones, consolidando un modelo de intervención adaptable a diferentes contextos y alineado con políticas públicas nacionales y regionales.
La sostenibilidad de la iniciativa fue considerada desde el inicio, mediante la construcción de capacidades institucionales y comunitarias, el uso de herramientas apropiadas al contexto local y la integración progresiva de los procesos en la gestión regular de los servicios de salud. Uno de los pilares de esta sostenibilidad es la formación de recursos humanos locales, tanto en el sistema formal de salud (profesionales de medicina, obstetricia y enfermería capacitados en telemedicina y pertinencia cultural) como en la comunidad (facilitadores comunitarios formados en salud intercultural y prevención de la violencia). Esta estrategia redujo la dependencia de asistencia externa y fortaleció la apropiación territorial de las intervenciones. Las herramientas desarrolladas —como el Manual del Facilitador para agentes comunitarios, los módulos radiales, los protocolos de parto seguro y los instrumentos de planificación en las RIS— fueron adoptadas por la DIRESA Amazonas y Ucayali, integrándose en sus procesos operativos y fortaleciendo la institucionalización progresiva de la intervención. Asimismo, la estrategia se articuló con planes regionales y políticas nacionales, como el Modelo de Cuidado Integral por Curso de Vida del Ministerio de la Salud (MINSA), y con los principios de la Atención Primaria de Salud, lo que refuerza su viabilidad técnica y política. La participación de lideresas indígenas, redes de salud, autoridades locales y organizaciones comunitarias ha sido fundamental para asegurar continuidad y legitimidad social.
La participación de la OPS en esta iniciativa respondió a una problemática persistente de salud pública en Perú, especialmente en territorios amazónicos y rurales, caracterizada por altas tasas de embarazo adolescente, mortalidad materna y barreras estructurales para el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. Estas desigualdades afectan de manera desproporcionada a mujeres, adolescentes, pueblos indígenas, afrodescendientes y personas migrantes. Las intervenciones del proyecto representaron también una oportunidad estratégica para fortalecer el sistema de salud desde una perspectiva de equidad, género, interculturalidad y derechos humanos. A través de esta cooperación técnica, la OPS pudo contribuir a la creación de capacidades sostenibles, a la integración de tecnologías como la telemedicina y a la validación de modelos de atención adaptados a territorios rurales y comunidades indígenas.
La cooperación técnica fue planificada a partir de un diagnóstico situacional detallado que incluyó estudios específicos sobre las barreras de acceso a los servicios de salud para adolescentes, mujeres y comunidades indígenas en las regiones priorizadas, particularmente en Amazonas y Atalaya. Entre los insumos utilizados, se encuentran el censo comunitario familiar realizado en Atalaya, los informes de evaluación sobre obstáculos al acceso a servicios para adolescentes menores de 15 años, y los estudios sobre determinantes sociales, género y pertenencia étnica que contribuyen a la vulnerabilidad en salud sexual y reproductiva. Además, se desarrollaron instrumentos metodológicos como mapas de riesgo comunitarios, estudios sobre calidad del agua para consumo humano, análisis de acceso a servicios de salud ambiental en el marco del sistema y entrega de recursos para mejorar el consumo de agua segura en la comunidad. Esta planificación se complementó con diálogos de saberes con actores comunitarios e indígenas, los cuales permitieron incorporar prácticas locales, percepciones culturales sobre el embarazo y el parto, y condiciones de acceso real a los servicios. El enfoque territorial de la planificación técnica también se alinea con las prioridades de salud pública definidas por el MINSA y la OPS, incluyendo el Modelo de Cuidado Integral por Curso de Vida y los planes regionales de reducción de la mortalidad materna y mejora del acceso a salud sexual y reproductiva.
El reconocimiento de la cooperación técnica ha sido brindado desde las autoridades locales y sanitarias de ambas zonas de intervención del proyecto a través del compromiso de incorporar actividades en salud en sus planes de trabajo anual y así mantener la continuidad de las intervenciones comunitarias en ambos territorios. Además, con el desarrollo de normativas y guías cada red de salud ha logrado aplicarlas y colocarlas dentro del marco resolutivo local a largo plazo con la finalidad de implementar los procedimientos en los servicios de salud y establecimientos del primer nivel para beneficiar a la población local.
La cooperación técnica de la OPS en esta iniciativa ha contribuido significativamente al fortalecimiento de capacidades institucionales y comunitarias, así como a la reducción de inequidades estructurales que limitan el acceso a servicios de salud por parte de mujeres, adolescentes, pueblos indígenas y comunidades en situación de vulnerabilidad. Desde su fase de diseño, la intervención integró de manera transversal los enfoques de equidad, género, interculturalidad y derechos humanos, asegurando que las acciones fueran pertinentes frente a los determinantes sociales de la salud. Como parte de esta estrategia, se desarrollaron procesos de capacitación diferenciados, entre ellos la formación de profesionales de salud en telemedicina y atención con pertinencia cultural, así como la preparación de facilitadores comunitarios en salud intercultural y prevención de la violencia. En el marco de una acción intersectorial, la OPS facilitó espacios de articulación entre redes de salud, gobiernos locales, asociaciones de mujeres, escuelas y organizaciones comunitarias. Gracias a esta coordinación, se llevaron a cabo intervenciones como el monitoreo de indicadores de calidad, la incorporación de parteras tradicionales en los servicios de salud, y la organización de campañas comunitarias (incluyendo campañas de donación de sangre y distribución de kits para acceso a agua segura). Asimismo, se promovió la participación activa de actores locales en los procesos de diagnóstico, planificación y comunicación comunitaria. Destaca el fortalecimiento de capacidades de comunicadores radiales en la producción de mensajes en idiomas originarios, así como la elaboración de materiales educativos culturalmente pertinentes sobre derechos sexuales y reproductivos, reforzando así la apropiación local de los contenidos y el enfoque transformador del proyecto.
Durante la implementación de esta buena práctica, se enfrentaron diversos desafíos operativos, institucionales y territoriales que influyeron en el ritmo y el alcance de las intervenciones: a) Alta rotación de autoridades y personal técnico de salud, especialmente en las redes de salud de Atalaya y Chachapoyas. Esta situación exigió la repetición de procesos clave como la presentación del proyecto, la validación institucional y la capacitación del nuevo personal, a fin de asegurar su apropiación y continuidad; b) Condiciones geográficas, climáticas y logísticas complejas: muchas de las comunidades priorizadas solo son accesibles mediante transporte fluvial o terrestre, con trayectos que pueden tomar entre 6 y 12 horas. Esto limitó la frecuencia de las intervenciones en campo y aumentó significativamente los costos operativos; c) Limitada conectividad digital y telefónica, que dificultó la implementación eficaz de los servicios de telemedicina, el seguimiento clínico oportuno y la comunicación institucional en zonas sin cobertura estable; d) Sobrecarga del personal de salud, que debió asumir simultáneamente sus responsabilidades asistenciales habituales y su participación en actividades del proyecto, como capacitaciones, jornadas comunitarias y procesos de evaluación. Esta doble carga afectó la disponibilidad del recurso humano y la continuidad de algunas acciones; e) Falta de servicios básicos en las comunidades intervenidas, como acceso a agua segura, energía eléctrica y saneamiento. Estas carencias representaron una barrera para la implementación efectiva de componentes de salud ambiental, además de dificultar las condiciones logísticas mínimas para desarrollar actividades educativas o formativas.
La implementación de la iniciativa requirió adaptaciones constantes frente a diversos desafíos contextuales, especialmente en regiones como Atalaya y Amazonas. Entre los principales aprendizajes destacan: 1) La alta rotación de autoridades y personal de salud obligó a ajustar los procesos operativos. Para mitigar su impacto, se fortalecieron mecanismos de inducción rápida y se promovió el liderazgo local mediante la formación de facilitadores interculturales y el establecimiento de alianzas con actores comunitarios estables; 2) Las condiciones geográficas adversas y la dispersión territorial de las comunidades priorizadas subrayaron la necesidad de una planificación logística flexible, incluyendo la previsión de tiempos de traslado, rutas de acceso y una estrecha articulación con las redes de salud. El uso de cronogramas adaptables y el apoyo de transporte comunitario fueron fundamentales para mantener la continuidad de las intervenciones; 3) La implementación de la telemedicina requirió ajustes tanto técnicos como operativos. Se optó por una combinación de modalidades presenciales y virtuales, se entregaron equipos portátiles, y se reforzaron las capacidades locales para operar las tecnologías, incluso en zonas con cobertura digital limitada; 4) La participación activa de lideresas comunitarias, parteras tradicionales y comunicadores locales resultó clave para sostener acciones educativas, de seguimiento y movilización social, incluso en momentos en los que el equipo técnico no podía estar presente. Este componente comunitario fue esencial para mantener los resultados alcanzados e institucionalizar buenas prácticas en los territorios intervenidos.
Salud de la Mujer; Salud del Adolescente; Pueblos Indígenas; Poblaciones Vulnerables; Disparidades en el Estado de Salud; Salud Reproductiva
South America |
Peru |
Health Systems and Services (HSS) |
Social and Environmental Determinants for Health Equity (DHE) |
Peru (PER) |
Knowledge Sharing, Exchange of Expertise |
Capacity Building |
Generation of Evidence |
Goal 3 - Target 3.1 |
Goal 3 - Target 3.2 |
Goal 3 - Target 3.7 |
Goal 3 - Target 3.8 |
Goal 3 - Target 3.9 |
Goal 5 |
Goal 10 |